Vencer al cáncer corriendo

Todo comenzó un día de verano de 2006: "Estaba poniéndome la corbata para asistir a la cena de la Virgen del Carmen que se celebra cada 15 de julio en Almerimar, El Ejido, y mi mujer me dijo que tenía los ojos un poco amarillos. Le contesté que podía ser del esfuerzo de haber corrido 15 kilómetros, ya que me había dado bastante el sol, pero que no se preocupara, y que si no se quitaba iríamos al hospital".

Al día siguiente, en el Hospital del Poniente de El Ejido le hicieron una completa exploración. "Me ingresaron en la Unidad de Cuidados Intensivos y después de tenerme tres días sin comer me alarmé. Enfadado llamé al médico y le pedí que me dijera con claridad lo que tenia". La contestación que obtuvo fue rotunda y demoledora: "Usted tiene cáncer de páncreas".

Rápidamente Juan Antonio reunió a toda su familia para comunicárselo; le daban dos meses de vida. "Después de esta noticia uno no puede hacer otra cosa que llorar y sacar fuerzas para superar esta enfermedad, que es muy dura. Mi familia se preocupó por saber dónde se podría hacer la intervención y a través de un amigo médico nos aconsejaron que uno de los mejores era el Doctor Julio Santoyo y su equipo de los servicios de Cirugía General y Digestiva del Hospital Carlos Haya de Málaga. Allí me trasladaron en un estado lamentable, era aconsejable no comer y muy urgente la intervención".

Sin embargo, la situación pareció complicarse en un primer momento. Todos los quirófanos estaban ocupados por varios trasplantes urgentes programados, y el Doctor Santoyo a punto de coger sus vacaciones de verano. "La suerte en ese momento estuvo conmigo porque esa misma noche se tuvo que retrasar un trasplante y se quedó libre un quirófano. Así que aquel 20 de julio me operaron durante siete horas, y me quitaron la cabeza del páncreas, donde tenía un tumor del tamaño de una pelota de tenis. Después, estuve 15 días en recuperación ingresado en el hospital".

"Correr me dio la vida"

Uno de aquellos días, cuando pudo incorporarse de la cama con ayuda de un familiar, y con los dos brazos ocupados por las vías y los sueros, se empeñó en dar un pequeño paseo: "Arrastrándome, tardé casi una hora en recorrer varias decenas de metros. Para mí fue la mejor marca de todas las carreras que había hecho hasta ese momento".

El 4 de agosto le dieron el alta hospitalaria y empezó la lucha por recuperar, en la medida de lo posible, la normalidad en su vida: "Después de cada comida tenía que ponerme la insulina que me había aconsejado el doctor, pero cual fue mi sorpresa al ver que, como trataba de correr poco a poco, cuando corría no necesitaba inyectarme insulina. Con la práctica del running alcanzaba los valores glucémicos normales". Al año siguiente en una revisión rutinaria le comunican que tenía que darse una sesión de quimioterapia cada 15 días durante un año.

Pasados unos años de aquello, y echando la vista atrás, José Antonio lo tiene claro: "Después de la pájara mental de los primeros momentos, me acordé de lo que sufrimos los corredores para llegar a la meta, y eso me dio la vida. Correr me relajaba y era como si escapara de los problemas. Sin duda, el running me dio más ganas de vivir".

Nos cuenta Juan Antonio que suele correr cuatro días a la semana y con frecuencia participa en carreras próximas a su localidad junto a alguno de sus cinco hijos. La última, el Medio Maratón de Almería.

En los últimos años uno de los momentos más emocionantes que recuerda lo vivió durante el I Maratón Ciudad de Málaga, disputado en diciembre de 2010: "Era la meta que tenía que superar por mi enfermedad, ya que fue en Málaga donde me operaron del cáncer de páncreas. Recorrí los metros finales llorando por todo lo conseguido y por el recuerdo de lo pasado". A sus 63 años, Juan Antonio sigue disfrutando del running y de la vida, y sin dejar de marcarse objetivos: "Mi máxima ilusión es llegar a los 80 años corriendo. Además, quisiera hacer el Maratón de Nueva York como ultima carrera popular".