Abril de 2011. Fernando Lázaro acude a la consulta del Doctor Miguel Ruiz Ibán, especialista de rodilla de la Fundación Jiménez Díaz: "Me mira la rodilla y me dice que está destrozada, que me vaya haciendo a la idea que se acabó esto de correr. Yo vi mi propia operación en una pantalla y efectivamente tenía unos huecos de ausencia de cartílago muy grandes. No me podían implantar ningún cartílago artificial, era imposible. Además, me dicen que a largo plazo voy a tener que llevar una prótesis".
Nuestro protagonista habla con amargura de su historia junto a un banco del parque que tan feliz le ha hecho. No le gusta recordarlo porque la herida psicológica sigue sin cicatrizar. Ha pasado casi un año completo desde aquel duro momento, pero Fernando Lázaro todavía piensa como un corredor, aunque en la práctica ya no lo sea. Asumir una retirada definitiva de este deporte tan adictivo no es fácil. "Los primeros días me asomaba por la ventana y se me caían las lágrimas al ver a los corredores", asegura.
Todo empezó mucho tiempo atrás, cuando un par de accidentes esquiando le dañaron la rodilla. Por entonces no sabía el precio tan alto que en el futuro iba a tener que pagar. Tras varias resonancias le dijeron que el cuerno del menisco estaba roto, pero su traumatólogo le aseguró que sólo se trataba de un quiste. Desconcertado por los médicos, le ofrecieron la alternativa de operarse, pero Fernando la declinó. "Nadie se opera por gusto. El tema fue pasando hasta que un día montando en bicicleta me salió un bulto", explica el corredor nacido en Valladolid.
Ese fue el principio del fin. La vida de Fernando Lázaro dio un giro radical y el running pronto sería cosa del pasado. "Me ofrecieron acelerar el proceso de las prótesis, pero en unos años mi calidad de vida sería una ruina y tengo dos niñas pequeñas. Aún me quedan muchas cosas por hacer con ellas", comenta. La bicicleta se convirtió entonces en la vía de escape de Fernando, pero un nuevo hinchazón en su rodilla terminó por apartarle también del ciclismo. "Hice 90 kilómetros y un médico de la Clínica Cemtro me dijo que era un alcohólico del deporte y que esto lo tenía que cortar", asegura.
Para Fernando Lázaro todo perdió su sentido, incluido el blog (Corriendo por el Juan Carlos) en el que tantos sentimientos y emociones plasmó como corredor. Sus problemas de rodilla tampoco le permiten nadar con normalidad, sólo puede hacerlo a crol, y por eso ha buscado refugio en el piraguismo. Remo en mano, Fernando navega por el canal del parque tratando de perfeccionar la técnica de piraguismo. "No es como el running, aunque se le parece en que estás al aire libre y juegas con las inclemencias del tiempo", comenta.
Lo que jamás podrá arrebatarle nadie serán sus recuerdos como atleta. En su memoria permanecerán siempre grabadas imágenes de carreras populares, como la Maratón de Donosti que tanto disfrutó, o la primera vez que bajó de cuarenta minutos en diez kilómetros. "También recuerdo con cariño a un grupo de atletas con los que entrené durante una temporada en el Retiro. Hacíamos series a muy buen nivel, y eso es algo que echo mucho de menos", explica con nostalgia Fernando.
La melancolía le puede cuando habla del Juan Carlos I, un parque al que estará eternamente agradecido. "Tiene un diseño espectacular para entrenar, es ideal. Además suele estar muy desierto y si vienes pronto no te encuentras a nadie. Te voy a contar una anécdota: un día vine a las 6:00 de la mañana a rodar con el frontal puesto y me encontré a un japonés que estaba perdido y no sabía volver al hotel. Iluminé el mapa con el frontal pero estaba en japonés y me quedé pensando donde podía enviar al hombre este...", cuenta con una sonrisa.
Aunque han pasado muchos meses, Fernando Lázaro no lo ha superado del todo. Es incapaz de bajar a la calle a ver una carrera popular y cuando se cruza con algún atleta se le van los ojos detrás. Lleva muy mal la incomprensión de algunos amigos que le aseguran que no es para tanto. "Hay gente que me dice que ya habrá otras cosas, y yo les contesto que piensen qué es lo que más les gusta hacer en la vida y luego que asuman que no van a poder hacerlo nunca más", explica con rabia.
"Es cierto que puedes hacer otras cosas pero no es lo mismo. Yo cuando corría me sentía muy fuerte, y ahora que no puedo hacerlo he descubierto que soy mortal. Otros deportes también pueden ser divertidos pero ninguno es tan accesible como el running. Me quedo con las ganas de hacer un medio Ironman, de estar cinco horas liberando endorfinas", dice con resignación.
Pronto se cumplirá un año desde que publicara su última entrada en el blog. Desde entonces ha cumplido su palabra de no escribir nada más. "¿Para qué? No voy a escribir un blog que se llame Corriendo en el Juan Carlos si no puedo hacerlo. Y el piragüismo no me motiva como para escribir, no veo un Remando en el Juan Carlos. Quizá cuando tenga más nivel y me enganche más a este deporte sí que haga un blog de piragüismo", comenta Fernando Lázaro mientras se dirige a la entrada principal del parque.
También te puede interesar:
La vida runner de una boxeadora olímpica
La ruta del Girasol, en zapatillas
|
|
|
|
Contacto General: Publicidad: |
Redacción y colaboración Gerado Vázquez, Isaías Díaz, David Ramiro, Rafa García, Manuel Macià, Juan Antonio Alegre, Miguel Caselles, Almudena Rodríguez, Noelia Rojo, Alejandro de Ancos y Roberto García Ferreras. |