Dieta Mediterránea, la más saludable

La principal característica de la dieta mediterránea es el consumo abundante de elementos de origen vegetal como verduras, ensaladas, legumbres, frutas, frutos secos, pan y pasta; aceite de oliva como principal fuente de grasa; consumo de pescado, aves de corral, productos lácteos y huevos; pequeñas cantidades de carnes rojas y moderado consumo de vino en las comidas.

Todo esto se combina con moderación con otros elementos típicos de la cultura mediterránea, como los paseos o la siesta, para dar como resultado un estilo de vida saludable. Algo que la sabiduría de nuestros antepasados que poblaron la Cuenca Mediterránea había descubierto ya hace muchos cientos de años.

Así, el concepto de Dieta Mediterránea va más allá de la utilización de determinados ingredientes o recetas. Es una filosofía de vida que encuentra su pleno sentido cuando esta alimentación (basada en productos de la tierra) se une al clima suave, la geografía, las costumbres y los modos de vida de los pueblos del Mediterráneo.

La comunidad científica internacional ha avalado los principios de esta alimentación al comprobar las ventajas que tiene para la salud. La primera evidencia data de los años 70 (Estudio de los siete países), cuando el investigador Ancel Keys comprobó la baja incidencia de enfermedades cardiovasculares en las zonas mediterráneas en relación a otros países, un hecho que coincidía con la ingesta reducida de grasas saturadas.

A raíz de este estudio, la dieta mediterránea se ha impuesto como patrón dietético en todo el mundo por sus demostrados efectos positivos en la salud, especialmente en la prevención de enfermedades cardiovasculares, cáncer o diabetes.

En concreto, el beneficio de la dieta mediterránea se produce al conseguir cifras reducidas de colesterol, pero sobre todo al impedir o dificultar su oxidación y con ello el proceso de formación de las lesiones en las arterias. Diversos estudios han demostrado que esta dieta es muy rica en sustancias antioxidantes (vitaminas A, E y C, entre otras).

Cuando hablamos de los beneficios de la dieta mediterránea todo tiene su explicación:

· Sus grasas son sanas, porque proceden principalmente del aceite de oliva, los pescados azules y los frutos secos. Este tipo de grasas son insaturadas (en detrimento de las perjudiciales grasas saturadas) lo que previene el colesterol y protege de las enfermedades cardiovasculares.

· Aporta mucha fibra (la contienen las legumbres, cereales, frutas y verduras), esencial para el tránsito intestinal y para prevenir la obesidad, el cáncer de colon, la diabetes y el colesterol alto.

· Es rica en vitaminas y minerales (gracias al elevado consumo de frutas, verduras, hortalizas, pescado y frutos secos), que aumentan las defensas del organismo frente a las infecciones y garantizan su buen funcionamiento. Además, las vitaminas C, E (presente en el aceite de oliva) y los beta-carotenos son potentes antioxidantes.

· Es ideal para los deportistas al ser rica en carbohidratos (pan, pasta, trigo, arroz, etc) por lo que no te faltará la energía, y proteínas (pescado, huevos, queso, frutos secos, etc), el combustible de tus músculos.

· Además se ha demostrado que un alto consumo de verduras y aceite de oliva previene la artritis reumatoide.

En conclusión, con la dieta mediterránea no comeremos sólo para llenar el estómago, sino para mejorar nuestro estilo de vida. Y eso es algo que nuestra salud nos agradecerá en un futuro.