"Recuerdo que me quedaba algo más de medio kilómetro para llegar a la meta cuando miembros del maratón nos pararon y nos dijeron que no podíamos continuar. En muy poco tiempo se hizo un cordón policial y nos quedamos incomunicados con la zona de meta. Yo iba como un zombi, vestido de corredor. La gente miraba en los móviles y nos dijeron que habían explotado dos bombas junto al arco de llegada y que había heridos y muertos. Nuria, mi mujer, estaba allí, justo enfrente del lugar en el que se produjeron las explosiones. Me quedé parado y no tenía manera de comunicarme con ella. La angustia de saber si le había pasado algo hizo que intentara colarme por alguna rendija, pero fue imposible". Así nos relata Rafa Vega el momento en el que dos artefactos explotaron en el Maratón de Boston y tiñieron de sangre lo que era una fiesta más del deporte.
Fue su primera vez en Boston, pero no será la última. En su interior quedan cuentas pendientes con esa ciudad. "No podemos tener miedo ante nada y pensar ahora que en sucesivas maratones va a haber atentados. Quiero volver a Boston para devolverle todo lo que me dio aquel día. La solidaridad de la gente fue brutal, una mujer me dio un café y me prestó el móvil, otro chico me dejó su chaqueta. Además, tengo que completar esos seiscientos metros que me faltaron para llegar a meta", comenta el atleta andaluz.
El idilio de Rafa Vega con el maratón surgió por accidente, en el año 2007. En aquella ocasión fue a Nueva York a cubrir el maratón para Canal Sur, mediante un proyecto lanzado por la Junta de Andalucía. Junto al cámara, grabaron a cientos de corredores llegando a meta, unas imágenes que permanecerán para siempre en la memoria del granadino. "Me impactó ver la cantidad de sensaciones que despertaba en los participantes llegar a la meta. Tanta emoción me dejó marcado y decidí que yo quería formar parte de ese juego. Hasta entonces, nunca había corrido. Yo pensaba lo que todo el mundo cuando ve el running desde fuera, que era aburrido y de cobardes", nos confiesa.
Rafa, un tipo obstinado, no tardó demasiado en cumplir su sueño. Al año siguiente, en el mismo lugar y a la misma hora, como corredor y no como periodista, se plantó en la salida del Maratón de Nueva York. Tenía los nervios habituales del debutante, la incertidumbre, las dudas por la distancia a cubrir, e incluso miedo, pero su ánimo fue tan grande que se divirtió como nunca sobre el asfalto. "Ahora que llevo diez maratones en las piernas, puedo decir que aquel primero de Nueva York ha sido uno de los mejores de mi vida. Tuve el debut soñado y además en un escenario que es la meca del maratón", comenta.
Fruto de aquel año de preparación para afrontar su primer maratón nació el primer libro de Rafa Vega, Manual para correr la maratón, ¡sí se puede!. Lo que podía haber sido un sueño puntual convertido ya en realidad, terminó siendo una forma de vida. Desde el año 2007 el periodista andaluz no ha faltado en ninguna ocasión a su cita personal con el Maratón de Nueva York. Asegura estar enamorado de esta ciudad, y por ello esta primavera estuvo viviendo allí, acabando su tesis.
Si su primer maratón en Nueva York como corredor fue inolvidable, mucho más lo sería el segundo. Año 2008. Rafa llega a Central Park y conoce a una chica que le ha visto cruzar la meta. Le pide que le prepare un plan de entrenamiento para volver ella el próximo año y correr también el maratón. Y sucedió lo que sucede en las películas americanas. "Volvimos al año siguiente, la corrimos juntos y a cincuenta metros de la meta le pedí que se casara conmigo. Fue el momento más bonito de mi vida", dice Rafa. Y sucedió dentro de un maratón. Aquella chica se llamaba Nuria.
Su anecdotario en la Gran Manzana da como para escribir varios libros. Así, hace unos meses salía a la venta Efecto maratón, segunda obra literia ligada a esta discipina. En esta ocasión el atleta andaluz cuenta cómo se organizó un maratón improvisado en pleno Central Park cuando la organización del Maratón de Nueva York decidió suspender el evento por el huracán Sandy. "Llevábamos un proyecto muy bonito para publicitar la lucha contra el cáncer infantil y habíamos recibido muchísimos apoyos. Pensamos que no podíamos perder todas estas donaciones aunque se suspendiera la carrera. Y total, un maratón son 42 km y no face falta que nadie te lo organice, así que nos fuimos a Central Park y dimos cuatro vueltas y pico a un circuito que diseñamos. Al final, la improvisación nos dio aún más publicidad y conseguimos recaudar 16.000 euros", explica Rafa.
Como periodista y actor protagonista en los medios de comunicación, Rafa Vega nos cuenta su teoría sobre la información dedicada al atletismo en la televisión. "Es un deporte al que se maltrata. Yo trabajo en unos informativos deportivos y el 85% es fútbol. Por mera proporción, si ese 15% se lo tienen que repartir el resto de deportes, lo que le toca al atletismo es muy poco. Es una pena que para un mundial, como el de Moscú, tuviera que entrar una empresa privada para poder darle salida. Es una cuestión de cultura de este país. Lo primordial es tener más audiencia y eso se consigue con fútbol y haciendo unos contenidos que no son justos con la actualidad deportiva", sentencia.
Manual para correr la maratón, ¡sí se puede!
"Cuando hice este libro yo era novato tanto a la hora de escribir un libro como de correr un maratón. Fui escribiendo a medida que me iba preparando para la carrera. El libro trata de transmitir el mensaje de que cualquier persona que se lo proponga y prepare puede acabar un maratón. Yo mismo era el mejor ejemplo, nunca antes había corrido. El libro es una especie de diario donde cuento mis miedos, mis ilusiones, la incertidumbre de no saber a qué te enfrentas. En este libro se sentirá identificado el corredor que quiera debutar en maratón".
Efecto Maratón
""Este libro llega entre mi novena y mi décima maratón. Escribo con mucha más experiencia, y lo que pretendo transmitir es una filosofía de vida. Los corredores podemos alcanzar nuestras metas en la vida de la misma manera que alcanzamos la meta del maratón. Hay que aplicar los mismos valores. En este libro hablo sobre el maratón suspendido de Nueva York y sobre la tragedia de Boston. En esos dos maratones yo me encontré con obstáculos, fue una metáfora de lo que ocurre en la vida real, que está llena de barreras".".
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