Seis de cada diez corredores tienen ampollas

Así lo certifica el estudio llevado a cabo por Compeed, que asegura que al menos el 60% de las personas que practican atletismo han tenido que detener su actividad en algun momento de su vida por culpa de estas molestias. Si profundizamos un poco más en esta investigación podemos darnos cuenta de que el 34% de los encuestados aseguró que ha sufrido ampollas entre una y cinco veces, y el 8% de los encuestados las sufrieron más de media docena de veces.

Siguiendo con los datos arrojados por Compeed, podemos concluir que las ampollas es la lesión más habitual en los pies de los corredores (61%), seguidas de las durezas y los callos. Por otro lado, los lugares más habituales en los que aparecen ampollas son la planta del pie (50%), los dedos (30%) y el talón (20%).

Los podólogos que ampararon este estudio aseguran que en menos de 30 minutos de entrenamiento nuestros pies ya son susceptibles de sufrir alguna ampolla. De la misma forma concluyeron que la elección de un calzado correcto es la vía más rápida para evitar esta dolencia, debiéndose usar para otras actividades en reposo antes que para correr (para adaptar así el pie a la estructura de la zapatilla).

¿Qué es una ampolla?

Es una reacción de un mal calzado o de una fricción en la planta del pie al caminar o al correr, aunque su aparición depende de muchos factores. Por ejemplo, dependiendo de la persona, hay corredores que tienen los poros muy sudorosos en esa zona del pie. El factor externo que más influye es la temperatura, sobre todo en verano cuando el calor hace que el sudor sea más húmedo y molesto. Hay veces incluso que aparecen ampollas con algo de sangre. Esto se debe a que se han visto afectadas más capas de la piel.

¿Cómo tratar una ampolla?

Para curar una ampolla debemos coger un alfiler limpio y pincharla con cuidado hasta que salga fuera todo el líquido. En las ampollas más grandes podemos hacer incluso dos pequeñas incisiones para que la pus salga con más facilidad. Cuando esté fuera todo el líquido, no hay que arrancar la piel que queda suelta porque nos ayuda a cicatrizar la propia herida.