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20 AÑOS MIDIENDO TIEMPOS

El chip, un invento revolucionario

Barcelona fue la ciudad pionera en España

No ha cumplido los veinte y parece que llevara en el mundo de las carreras toda la vida. Desde entonces, igual que ahora, correr con chip es uno de los mayores lujos de los que puede disfrutar un corredor popular.

28-JUNIO-2012 - GERARDO VÁZQUEZ
El sistema chip lo inventó el alemán Maschmeyer

Participar en una carrera popular y conocer nuestro tiempo al instante de concluirla es ya algo habitual. El uso generalizado del chip ha simplificado hasta el extremo las labores de cronometraje. Sin embargo, en un pasado no muy lejano, en carreras de participación masiva, tomar los tiempos de los participantes era un auténtico quebradero de cabeza para los organizadores. Incluso en las de más alto nivel llegaban a formarse grandes colas de atletas ante un juez cronometrador: "El uso del chip ha evitado algunas situaciones cuando menos curiosas" -nos cuenta Josep María Antentas, Vicepresidente de la Federación Catalana de Atletismo-. "Yo he visto campeonatos de las naciones (antiguos mundiales de cross) en el que a la conclusión de la carrera, el campeón, tenía que hacer cola durante minutos antes de que un juez certificara su crono".

Si esto era así en un cross de primer nivel, con no más de ciento cincuenta corredores, ¿qué ocurría en pruebas de mayor participación? Andrés Alañón, veterano corredor popular y responsable de la empresa de Chiptiempo, guarda una fotografía suya traspasando la meta del Maratón de Nueva York. En ella se le ve entrar satisfecho sobre un tiempo de tres horas. El diploma oficial de la carrera le contabilizó, en cambio, tres horas y tres minutos: "Pasabas la línea de meta, te ponías en una cola, y cuando te iban a tomar el tiempo ya habían transcurrido dos o tres minutos", comenta. El problema del que habla Andrés Alañón, el que proporciona la medición por código de barras, era totalmente ajeno a aquellos que habían pasado por delante de él ocupando los primeros puestos del maratón.

La era del chip
El chip permite almacenar y recuperar datos

Y es que el uso generalizado del chip es bastante reciente. Muchos de nosotros de hecho hemos participado, y aún hoy lo hacemos, en algunas carreras en las que no se emplea ese práctico utensilio de medida. Su origen hay que buscarlo en el año 1994, en Macao. En aquella Región Administrativa de Extremo Oriente tuvo lugar el Congreso que la AIMS (Asociación Internacional de Maratones y Carreras de Larga Distrancia) celebra cada dieciocho meses. Cuando la reunión de los representantes de las pruebas en ruta más importantes del mundo se disponía a concluir, el entonces presidente, el japonés Hiroaki Chosa, cedió la palabra al alemán Heinnfried Maschmeyer. Maschmeyer, técnico en cronometraje, apuntó que se encontraba perfeccionando un sistema de medición de tiempo para las carreras que permitiría saber al instante el crono empleado en ellas, así como la clasificación final alcanzada.

Josep María Antentes estuvo presente en aquella breve exposición de diez minutos en Macao: "Los representantes de las carreras se mostraron bastante escépticos ante sus palabras, pero sobre todo buena parte del auditorio estaba deseando marcharse para comer o ir al aeropuerto para no perder el avión", comenta.

Antentas y Bep Solé, que representaban al Maratón de Barcelona, fueron de los pocos que captaron el enorme potencial de las ideas de Maschmeyer. El teutón se dirigió a ellos, por ser la Ciudad Condal una de las posibles sedes del siguiente congreso de la AIMS (como efectivamente terminaría siendo más tarde), y pedirles poder exponer su trabajo en dicha reunión. No hubo lugar a ello, cuando Antentas y Solé llegaron a Barcelona y hablaron a Andreu Ballbé de estas revolucionarias ideas, todo se precipitó.

Ballbé, que en su día fue recordman nacional de ochocientos metros, era el cronometrador del Maratón de Barcelona. Desde hacía unos cuantos años se encontraba sufriendo en sus propias carnes las enormes dificultades de poder facilitar los tiempos exactos de los miles de participantes con que ya contaba la carrera. Por eso, y aunque con un método más rudimentario se las ingeniaba con una buena dosis de éxito, no dudó en invitar a Heinnfried Maschmeyer a Barcelona para poder conocer de cerca cómo funcionaba el sistema de chip. Los holandeses y los propios alemanes, sin embargo, ya se habían adelantado. De hecho, meses antes del Congreso de la AIMS en Macao, la Seven Hills de Nijmegen primero y el Maratón de Berlín después habían probado en el verano de 1994 este prototipo de cronometraje.

La Marató de Barcelona fue la primera prueba española que usó el sistema chip

El Maratón de Barcelona, en marzo de 1995, tuvo el honor de ser el primer maratón que implantó el sistema de cronometraje por chip en España. La carrera barcelonesa no sólo se adelantaba a otras pruebas nacionales sino que también lo hacía a grandes pruebas mundiales como Nueva York, Boston o Londres. La acogida por parte de los aficionados fue espectacular desde el primer momento. Por primera vez, y sin recurrir al cronómetro que cada corredor porta en su muñeca, los atletas de todas las categorías podían conocer con exactitud el tiempo que habían empleado en cubrir la distancia de carrera desde la misma línea de salida hasta la de meta.

Antentas asegura que Andreu Ballbé acribilló a preguntas a Heinnfried Maschmeyer antes de contratar el cronometraje con chip para el Maratón de Barcelona. El Vicepresidente de la Catalana nos confesó que los pasillos de su Federación fueron testigo de las primeras pruebas y que Maschmeyer se encargó de colocar en los mismos un par de alfombras y un receptor para enseñarles después en un monitor la información que el chip registraba (tal y como hoy sucede en las carreras).

La tecnología

La idea de utilizar chips en las carreras en ruta se importó del ámbito ganadero y más concretamente de la tecnología de identificación de radio frecuencia de la empresa norteamericana Texas Instruments. Los granjeros utilizaban los chips de esta compañía para sus labores en el campo, y se valían de las bondades de la radiofrecuencia para tener registradas sus vacas y evitar que se extraviaran. Desde este concepto Maschmeyer trabajó una aplicación para trasladarla al mundo del running.

Pero, ¿qué es la identificación por radiofrecuencia? Técnicamente, y tirando de manual, se trata de un sistema de almacenamiento y recuperación de datos remoto que usa unos dispositivos denominados etiquetas (también puede llamárseles tags de radiofrecuencia). Andrés Alañón nos lo explica con suma facilidad: "El código del chip se asocia con el dorsal que va a utilizar el corredor. Cada chip es un traspondedor que emite un código único. Informáticamente hay que avisar al sistema de cronometraje que por ejemplo el código de chip A5114F2 corresponde al dorsal 4. Cuando ese chip pasa por las antenas que lo detectan el ordenador lo asocia al número de dorsal y el dorsal al nombre del portador".

Las alfombras actúan como antenas en las carreras populares

Todos sabemos que el chip es un dispositivo pequeño que portamos en la zapatilla, el tobillo o el dorsal. Lo que en muchos casos desconocemos es que contiene unas antenas que permiten recibir y responder las peticiones por radiofrecuencia que realiza un aparato emisor-receptor. El éxito de la tecnología de cronometraje mediante chip se debe a la combinación de varias antenas sincronizadas de alta tecnología (analógica y digital), y un software específico dedicado al tratamiento de datos.

La mayoría de las veces esas antenas mencionadas se encuentran metidas en unas finas alfombras de tartán situadas en la línea de salida y meta, así como en otros lugares intermedios de cronometraje. A un lado de la carretera, están conectadas a una caja amarilla que contiene baterías y aparatos eléctricos. Cada vez que un atleta cruza las alfombras, el chip que porta envía su número de identificación y hora, o tiempo de paso, a dicha caja. Esa caja receptora contiene un reloj en continuo funcionamiento. Dicho reloj hace posible saber el tiempo y la identidad del corredor que ha pasado por encima de la alfombra.

Los chips pueden ser activos o pasivos. Si el chip es activo lleva carga interna y tiene un periodo de vida de doce años, aunque puede cargarse mediante un aparato específico. A su paso por la alfombra (antena) manda su señal al receptor. Si por el contrario es pasivo, no lleva carga interna y se energiza ante el electromagnetismo que desprende la alfombra. Al activarse envía igualmente la información a la caja.

La comodidad que para el organizador supone contar con el sistema de cronometraje por chip en su carrera es inversa a la del cronometrador. La logística se complica para él por la necesidad de transportar y colocar grandes alfombras (antenas) en el recorrido. "Lo peor no es el peso de las alfombras, que cada vez tienden a ser más ligeras (ahora hay algunas que sólo pesan dos kilos), sino las dificultades que nos llegan a veces por las prisas de tener que colocarlas rápidamente por no cortarse con suficiente antelación el tráfico", comenta Ballbé.

Los sistemas de cronometraje empleados por la empresa Chiptiempo de Andrés Alañón para pruebas de triatlón y de ciclismo resultan de lo más interesantes."Nosotros utilizamos el JChip. Es japonés y ahora mismo es el que utiliza la IAAF en sus pruebas ya que los atletas pueden llevarlo en el pecho. Es muy pontente y se lee a casi dos metros de altura sobre la alfombra", asegura.

Con el sistema chip los atletas ya no pueden hacer las trampas de antaño
Las trampas

Para los organizadores la generalización del uso del chip también ha aliviado otro de los problemas tradicionales a los que tenían que hacer frente: las trampas. La implantación del sistema chip lleva consigo la colocación de tiempos de paso intermedios en carrera. Si no consta el registro de un atleta en este o aquel parcial, se entiende que no lo ha atravesado y que, por tanto, ha hecho trampas. Aún hoy en infinidad de carreras algunos corredores populares son descalificados cada año por saltarse un tiempo de paso intermedio. El chip lo registra todo.

Como decíamos anteriormente, las grandes carreras y maratones mundiales se han rendido desde hace años a las bondades del chip y lo han adoptado para sí. También lo hizo en su día la IAAF, que aceptó este tipo de cronometraje y dio la potestad al juez para decidir finalmente los tiempos y las clasificaciones de la carrera. De esta manera, aunque el chip permita elaborar un ranking de tiempos netos obtenidos en la prueba, así como una clasificación según los mismos, a efectos de resultados finales, sólo se tiene en cuenta el orden riguroso de los llegados a meta desde que comenzó la carrera con el disparo del starter hasta que el atleta ha rebasado el último centímetro del circuito.

El chip por sí solo no puede desenmarañar otra de las lacras que existen en las carreras, la suplantación de identidad. Suena muy delictivo pero no deja de ser absurdo que un corredor popular de nivel medio, o medio alto, porte el chip de otro corredor o corredora (o varios chips) para que conste que el ausente ha completado la prueba en un buen tiempo. Ese crono le permite a ese corredor fantasma inscribirse en carreras más exclusivas, como podrían ser la San Silvestre Vallecana Internacional o el Maratón de Boston, o simplemente presumir en la oficina. Aquí sólo la organización y los jueces pueden dilucidar el engaño, pero el chip les puede ayudar bastante.

Desde luego, parece que la celeridad con la que vivimos en los tiempos que corren, no nos hicieran valorar lo suficiente que ahora por sms nos llegue nuestro tiempo y posición en carrera, y que hasta nuestros familiares puedan seguir vía internet nuestras evoluciones en directo durante el Maratón de Barcelona, por ejemplo. Una maravilla, sin duda. Si muchos corredores veteranos levantaran la cabeza...




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