A orillas del Atlántico y a ritmo de Carnaval, más de 3.700 corredores se dieron cita en la cuarta edición del Maratón de Gran Canaria. Hablamos de una carrera que tiene un patrimonio de esos que no se pueden comprar con dinero: 25 grados de temperatura en pleno mes de enero. Poco más le hace falta a la prueba canaria para venderse al resto de Europa como el maratón ideal de invierno. Aparte de su idílica climatología, su ubicación en el calendario nacional de carreras (el único en enero) lo convierte en la elección perfecta del maratoniano fanático que no quiere abandonar la distancia ni siquiera en invierno. O del turista que disfruta de unas vacaciones a tiempo cambiado eligiendo destino con la excusa de correr.
Para todo el mundo hay cabida en esta prueba que con tanto mimo preparan Cabildo, Ayuntamiento e Instituto Insular de Deportes. Cuando todos los organismos oficiales unen sus fuerzas, raro es que haya déficit de algo en una carrera. La única tarea que todavía está en la lista de asuntos pendientes de la Organización es la de aumentar el número de inscritos. La prueba perdió un 6% de participación respecto a la edición del 2012. No es mucho problema. En Gran Canaria se están haciendo las cosas bien, y eso es algo que el corredor nota y valora. Es cuestión de tiempo que la prueba canaria despegue y se convierta en otro gigante de tres cabezas con su maratón, su media y su diez mil.
En una isla más montañera que rutera, el calor del atletismo sobre asfalto no defraudó a los asistentes. Poco antes de las nueve de la mañana la calle Venegas era ya un hervidero de corredores. El recorrido del cuarenta y dos canario es grato pero corto. El diseño del circuito obliga a los maratonianos a dar dos vueltas al trazado de veintiun kilómetros que transcurre por las principales zonas de la ciudad. Quizá por esta razón muchos prefieren el medio maratón, que desgasta la mitad y te ofrece las mismas vistas.
Todo empezó el día de antes con la celebración de las carreras infantiles, la prueba benéfica (donde 4.000 solidarios vecinos de la isla participaron con el fin de recaudar donativos para la Asociación de Lesionados Medulares) y la feria del maratón, lugar habitual de reunión de amigos corredores, conocidos del mundillo o, simplemente, gente que filosofa sobre running como si de una ciencia se tratara. La recogida de la bolsa del corredor y el dorsal fue ágil, sin grandes aglomeraciones. Al mediodía se celebró también la tradicional comida de la pasta, un festín de carbohidratos que deja los depósitos llenos para fundirlos al día siguiente sobre la carretera.
El domingo amaneció con el cielo despejado y el sol asomando desde bien temprano. Algunos temían el calor de ediciones pasadas, otros el viento que la tarde anterior azotó con fuerza junto al paseo marítimo. Pero los dioses respetan a la isla de Gran Canaria cuando hay un evento deportivo y esta vez no fue ninguna excepción. Al final sol agradable, de ese que no te deshidrata pero te mantiene caliente. La Plaza de los Derechos Humanos, epicentro del evento, estaba abarrotá cuando a las nueve en punto de la mañana se dio el pistoletazo de salida al año maratoniano en nuestro país.
En el primer turno salieron los inscritos al maratón y a la media, y veinte minutos después hacían lo propio y desde el mismo lugar los corredores de los 10 kilómetros, que finalmente llegaron al millar. El recorrido de la prueba transcurre por el paseo marítimo, el muelle deportivo, la Playa de las Canteras y algunas de las principales avenidas de Las Palmas, como la Calle León y Castillo. En el tramo final se rodea la catedral y se vuelve al lugar de partida.
Por segundo año consecutivo hubo polémica en la carrera. Si el año pasado el atleta local José Carlos Hernández fue desposeído de su triunfo en la media maratón por lucir patrocinadores en su camiseta, este año el descalificado ha sido Miguel Ángel Vaquero (2h:30:51), primero en llegar a meta en el maratón tras vencer al sprint al checo Servessa (2h:30:55), con quien protagonizó un emocionante mano a mano durante toda la prueba.
Según los jueces, ambos se avituallaron de forma ilegal en el kilómetro 25, mil metros antes del punto oficial, por lo que fueron descalificados. Así pues, el triunfo pasó a manos del tercer llegado, Doroteo Martínez (2h:35:32). En categoría femenina Aroa Merino (2h:59:52) impuso su tiranía un año más venciendo a placer. La atleta de Lanzarote aventajó en más de veinte minutos a la segunda y tercera clasificadas. Pocas chicas hay en las Islas Canarias capaces de plantar cara a la pequeña Aora, ágil como un pajarillo.
Aunque si hubo un atleta que acaparó todas las atenciones fue José Carlos Hernández, natural de Tenerife y olímpico en los Juegos de Londres. Corrió la media maratón con el objetivo de batir el récord de la prueba y, aunque no lo logró, venció con un excelente crono de 1h:04:44, desquitándose así del mal trago sufrido el año pasado. En féminas se impuso también con solvencia la madrileña Tamara Sanfabio (1h:22:23).
Más de cuarenta países estuvieron representados en el IV Maratón de Gran Canaria, un evento con un alcance internacional tan grande como su amplio espectro turístico. Si algún año quieres correr un maratón en invierno, sin pasar frío, rodeado de gente agradable y después darte un baño en la playa, elige Gran Canaria.
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