El día 2 de noviembre, junto a varios corredores del Club 42195.es, viajamos hasta Nueva York. Ibamos ilusionados, con ganas de correr este emblemático maratón. La semana previa el huracán Sandy había azotado con dureza la ciudad y a punto estuvieron de cancelar la carrera. Pero finalmente decidieron que sí, que se haría. Ya nadie nos podía parar.
Aterrizamos en el JFK a las 19:00, después de ocho horas de vuelo que pasaron muy rápidas. Teníamos ganas de pisar suelo americano y sentir el ambiente del maratón. Tan pronto llegamos a la terminal leímos en las televisiones un comunicado que nos dejó a todos de piedra: The NYC marathon cancelled. Se hizo un silencio en el aeropuerto y la cara se nos cambió a todos. Nadie se lo podía creer. No entendía como nos habían podido hacer esto a tantos corredores y acompañantes llegados de todo el mundo.
Los 47.000 corredores inscritos y sus familias teníamos la impresión de que habíamos sido víctimas de una gran estafa urdida por el alcalde Blomberg. Tras el paso del huracán el alcalde hizo público un comunicado animándonos a que fuéramos, pues la maratón se celebraría, cuando ya sabían de antemano, seguramente, que no iba a ser posible. Se trataba de salvar los intereses de los de siempre: las compañías aéreas, las corporaciones hoteleras de un Manhattan sin luz ni servicios mínimos, la hostelería y los grandes almacenes, especialmente de ropa y calzado deportivo.
Por otra parte, no nos podíamos negar a viajar en solidaridad con las víctimas del huracán, porque nuestros tour-operadores no nos habrían devuelto el dinero del viaje. La avaricia de los organizadores llega hasta el punto de que, a día de hoy, no nos han devuelto ni siquiera los 450 dólares de la inscripción de una carrera que no se celebró y en la que, por lo tanto, no hubo los gastos previstos.
La verdad es que había ciertos lugares de la ciudad que estaban sin luz y en condiciones infrahumanas. Los neoyorquinos decían que organizar la maratón era una falta de respeto hacia ellos. No entendían cómo en una situación tan caótica y con el elevado número de víctimas las autoridades iban a destinar recursos (alimentos, generadores, policía, ambulancias) a la maratón, habiendo tanta gente viviendo en condiciones precarias. En 2001 ocurrió la tragedia del 11-S y la carrera terminó celebrándose. Quedaban cuatro días para las elecciones, y eso era lo principal.
Acudimos a la feria del corredor, que estaba abierta y funcionando con total normalidad. Es algo que no lograba entender, pues el ambiente que se respiraba invitaba a pensar que finalmente se iba a celebrar la maratón. Yo aún albergaba la esperanza de que se corriera. No me lo quería creer. Si finalmente no se iba a celebrar, ¿Por qué entregaban los dorsales? ¿Por qué la feria funcionaba como si al día siguiente hubiera una carrera? De hecho, habían puesto la ropa de la maratón a mitad de precio, continuaban recaudando.
Todos los corredores de todos los países compartíamos la misma opinión: que el lunes ya sabían que la maratón se iba a cancelar. Habían esperado a que el viernes llegásemos todos los participantes para que una vez allí, y cancelado el evento, al menos gastásemos como si hubiéramos corrido la maratón.
Nos encontramos en la feria con muchos españoles, brasileños, franceses, italianos, etc. Y decidimos que si la maratón no se iba a organizar, algo teníamos que hacer entre todos el domingo. Quedamos en la entrada sur de Central Park a las 9:30 de la mañana y que cada uno corriese lo que quisiera. Se fue pasando la voz entre todos y la verdad que hizo efecto.
El domingo nos quedamos pasmados cuando llegamos al punto de quedada y vimos tal cantidad de corredores de todos los países. Había muchas quedadas de otros atletas de diferentes lugares. Por medio de las redes sociales lo habían acordado y la verdad es que no había visto a tanto corredor junto entrenando en la vida. El circuito de Central Park tendría unos 10 kilómetros y cada uno iba en una dirección.
Miles de corredores, unos con el dorsal de la maratón, otros con la camiseta de su país o club, y otros disfrazados, al igual que iban a correr ese mismo día. Todos queríamos dejar claro que lo principal para nosotros era correr y que la política no se debe nunca mezclar con el deporte. Así protestamos nosotros, de la única manera que el deportista sabe y debe hacer, que es practicando su deporte.
Lo principal aquel día era correr y demostrarse que, pese a las adversidades, lo importante es permanecer juntos y disfrutar de aquello que nos gusta. No era el Yes, we can de Obama sino el Yes, we run, lema que se hizo popular entre todos los presentes en Central Park.
También te puede interesar:
Histórico Maratón de Dubai con 5 marcas sub 2h:05
Concurso de disfraces en el Marathon du Médoc
|
|
|
|
Redacción Director: Redactor-Jefe: Redactor: Director Comercial: Diseño: |
Colaboradores Área de Entrenamiento: Jerónimo Bravo y Miguel Ángel Rabanal. Área de Material: Fernando Chacón y Kike de Diego Álvarez. Área de Salud: Enrique García Torralba y Doctor López Chicharro. Área de Nutrición: Viviana Loria Kohen. Área de Carreras: Ignacio Mansilla. Área de Trail: Miguel Caselles, Juan Antonio Alegre y Juanma Agejas. |